Lorenzo de Nueva York


Lawrence Ferlinghetti - Constantemente arriesgando el absurdo

Constantemente arriesgando el absurdo
y la muerte
siempre que él se presenta
sobre las cabezas
de su audiencia
el poeta como un acróbata
escala sobre rimas
en una cuerda floja de invención propia
y balanceándose en miradas
sobre un mar de rostros
instala su camino
al otro lado del día
presentando entre chácharas
y trucos de pies
y las más altas teatralizaciones
y todo sin equivocarse
en nada
con lo que podría no ser.
Pues él es el súper realista
que está obligado a percibir
la dura verdad
antes de tomar un paso o postura
en el supuesto avance
hacia ese trapecio aún más elevado
donde la Belleza se para y espera
con gravedad
para dar su desafiante salto mortal
Y él
un pequeño hombre achaplinado
que puede o no atrapar
su forma eterna
extendida en el vacío aire
de la existencia.

Fernando de Lisboa


Fernando Pessoa - Poemas de Alberto Caeiro

Ayer el predicador de verdades solo suyas
habló otra vez conmigo.
Habló del sufrimiento de las clases que trabajan
(no del de las personas que sufren, que son, al fin, quienes sufren).
Habló de la injusticia de que unos tengan dinero y otros tengan hambre, que no sé si es hambre de comer
o si es sólo hambre del postre ajeno.
Habló de todo lo que pudiera hacerle enfadar.
¡Qué feliz debe ser quien puede pensar en la infelicidad de los demás!
¡Qué estúpido si no sabe que la infelicidad de los demás es de ellos
y no se cura desde fuera,
porque sufrir no es tener falta de pintura
o que el ataúd no tenga aros de hierro!
Que haya injusticia es como que haya muerte.
Yo nunca daría un paso para alterar aquello que llaman la injusticia del mundo.
Mil pasos que diera para eso
serían sólo mil pasos.
Acepto la injusticia como acepto que una piedra no sea redonda,
y que un alcornoque no haya nacido pino o roble.
Corté la naranja en dos, y las dos partes no podían quedar iguales.
¿Con cuál fui injusto, yo , que voy a comerlas ambas?

Arturito


Arturito Rimbaud - Sensación

Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano,
herido por el trigo, a pisar la pradera;
soñador, sentiré su frescor en mis plantas
y dejaré que el viento me bañe la cabeza.

Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:
pero el amor sin límites me crecerá en el alma.
Me iré lejos, dichoso, como con una chica,
por los campos , tan lejos como el gitano vaga

Jack




Jack Kerouac - Dos Haikus occidentales



Perfecta noche de luna
estropeada
Por disputas familiares.


Fallando la patada
a la puerta de la heladera
Cerrada en cualquier caso.

Mario... de la dimensión desconocida


Mario Trejo - El olvido es una alucinación desprovista de objeto


Hombre condenado a dos escenas atroces:
la primera y la última.

Espiar por el ojo de la cerradura, que es el ojo de Dios
(que nos estaba esperando), y descubrir al Otro,
que también espía, hacia atrás, hasta el fin de los tiempos.

Y todavía sufrimos por la puerta que no nos atrevimos
a abrir,
y por aquella otra que no debimos haber abierto nunca.

Carlos de París


Charles Baudelaire - Diarios

Aviso a los no comunistas: Todo es común, incluso Dios.

Ezra. Del manicomio



Ezra Pound. Causa

Yo junto estas palabras para cuatro personas,
Algunos más pueden oirlas,
Oh mundo, lo siento por ti,
Tú no conoces a estas cuatro personas.

Tomás de Missouri


T.S. Eliot -Fragmento de la parte V de Little Gidding

Lo que llamamos principio es siempre el final
y forjar un final es forjar un principio.
El final es nuestro punto de partida. Y cada frase
y oración que es correcta (donde cada palabra se adecua a su lugar,
tomando su lugar para apoyar a las otras,
la palabra que no es humilde ni ostentosa,
un fácil trueque de lo viejo y lo nuevo,
la palabra común y exacta sin vulgaridad,
la palabra formal, precisa mas no pedante,
el consorcio entero bailando a un mismo tiempo)
cada frase y cada oración es un final y un comienzo,
cada poema, un epitafio.

Willy


Guillaume Apollinaire - Fragmento de "Àrbol"

El viento viene del poniente
El metal de los algarrobos
Todo es más triste que antes
Todos los dioses terrestres envejecen
El universo se queja por tu voz
Y seres nuevos surgen
de tres en tres

Arturo + Pablo


Soneto al agujero del culo - Rimbaud + Verlaine

(Los cuartetos son de Pablo, los tercetos son de Arturo)

Oscuro y fruncido como un clavel violeta
respira, tímidamente oculto bajo el musgo;
el licor del amor todavía lo humedece
y fluye por el leve declive de las nalgas.

Filamentos parecidos a lágrimas de leche
lloran ante el aciago soplo que los arrastra
a través de guijarros de abonos arcillosos
hacia el declive que los reclamaba.

A menudo mi boca se acopla a su ventosa
y allí mi alma, del coito material envidiosa,
cavó su lágrima feroz, su nido de sollozos.

Es la argolla extasiada y la flauta mimosa,
tubo por donde baja el celestial confite,
Canaan femenino de humedades nacientes

Gregorio de Nueva York


Tengo 25 - Gregory Corso

Con un amor una locura por Shelley
Chatterton Rimbaud
y la indispensable verborragia juvenil
ha pasado de oreja a oreja:
¡ODIO A LOS POETAS VIEJOS!
Especialmente a los viejos poetas que se retractan
que consultan a otros viejos poetas
que hablan de su juventud en susurros,
diciendo: -Hice aquello entonces
pero entonces era entonces
eso fue entonces -
Oh yo querría callar a los viejos
decirles: -Soy su amigo
lo que ustedes fueron alguna vez, a través de mí
volverán a serlo -
Luego a la noche en la intimidad de sus hogares
arrancaría sus lenguas exculpatorias
y robaría sus poemas.

Allen de Paterson


Modas de primavera - Allen Ginsberg

Luna llena sobre centro comercial—
a la luz silenciosa de un escaparate
el desnudo maniquí se contempla las uñas

José de Alejandría


Distante - Giuseppe Ungaretti


Distante en una tierra distante
como a un hombre ciego
ellos me han abandonado

Carlos de Los Angeles


Un caballo de ojos azulverdosos.
Charles Bukowski

Lo que ves es lo que ves
los manicomios rara vez
se exhiben.

que todavía paseemos y
nos rasquemos y encendamos
cigarrillos

es más milagroso

que las mujeres hermosas en las playas
que las rosas y las mariposas.

sentarse en una habitación pequeña
y beberse una lata de cerveza
y liar un cigarrillo
mientras se escucha a Brahms
en una pequeña radio roja

es haber regresado
con vida
de una docena de guerras

oír el ruido
de la nevera

mientras las mujeres hermosas de las playas
se pudren

y las naranjas y las manzanas
ruedan.